Se ha hablado mucho del ayuno intermitente. Por eso, hay tal cantidad de opiniones, que a veces puede resultar un lío. ¿Consiste en matarse del hambre? ¿En cerrar el pico desde la comida al desayuno? ¿En saltarte alguna comida un día aleatorio?
—
¿Qué es realmente el ayuno intermitente? Te lo contamos para que lo entiendas.
Para empezar, no debemos etiquetar el ayuno intermitente como una dieta. Hagamos un paréntesis aquí para entender qué es una dieta. Una dieta supone reducir (o aumentar) el número de calorías que consumimos diariamente.
El ayuno intermitente propone establecer periodos temporales entre comidas, estructurando horarios en los que se puede realizar más de una ingesta. Es decir, hay franjas horarias en las que podremos consumir de todo (siempre recomendaremos comidas saludables y no autoprocesados, consumiendo la cantidad de nutrientes recomendada) y franjas horarias en las que no podremos comer.
O sea, que las horas en las que se ”pueda” comer, no tenemos que actuar como si atracásemos el buffet libre de un hotel como si fuésemos “Tokyo” en la Casa de Papel. Sino mantener una alimentación equilibrada que nos sacie.
Lo que nos permite el ayuno intermitente es ingerir calorías de una manera ordenada para acelerar el metabolismo, haciendo que nuestro cuerpo tenga que acudir (en esos momentos de no comer) a la grasa que tenemos almacenada para conseguir la energía que necesitamos para seguir funcionando.
Vamos, es como alargar la reserva de tu coche cuando te quedan 12km de autonomía en vez de pasar por la gasolinera.
Si el ayuno intermitente se hace de manera correcta, normalmente trae consigo una pérdida de peso y grasa corporal, aumentando también nuestra energía.
Hasta aquí, todo bien, ¿no?
—
Pues ahora, entendamos qué tipos de ayuno intermitente existen.
El primero es ayunar durante 12 horas seguidas. ¡No te eches las manos a la cabeza pensando que estás medio día sin comer! En realidad, este periodo es el perfecto para principiantes, ya que es un periodo relativamente corto y 8 de esas 12 horas te las quitas durmiendo. Adelgazar durmiendo, no te lo podemos poner más fácil. Solo tienes que añadir 4 horas, antes o después, sin comer (antes de irte a la cama o cuando te despiertes).
El segundo tipo es el 16:8. Tienes ocho horas al día para distribuir todas las comidas que quieras hacer. Lo que mucha gente hace es cenar tipo 20h y saltarse el desayuno, ingiriendo directamente algo a mediodía. ¿Te ves capaz?
—
¿Por qué a mi no me funciona?
Como ya sabrás, pero repetiremos por si acaso, no existe un método que sirva para todo el mundo. En muchos casos, el ayuno intermitente no trae frutos. Y es que en efecto, puede ser que no sea para ti.
A muchas personas obligarse a no ingerir e ignorar su cuerpo les produce ansiedad o estrés. Y son emociones como esas de las que queremos”huir” (en esta ocasión).
Probablemente, tampoco sea el método ideal si practicas mucho deporte a diario. Porque en ese caso, necesitarás comer antes y después de entrenar para no sufrir un déficit de calorías.
También puede ser que no sea tu método porque, aunque lo hayas intentando mucho, tu cuerpo no acabe de acostumbrarse. Recuerda que lo más importante es prestar atención a lo que nuestro cuerpo nos está pidiendo, no ignorarlo.
El ayuno intermitente también requiere una planificación y un seguimiento. Y oye, hay gente que tiene su vida más estructurada que otras. No por eso eres peor, pero probablemente te costará más seguir este método si sueles tener imprevistos, no tienes horarios laborales fijos, tienes un hijo terremoto…
Desde typwell recomendamos que, antes de nada, consultes con un especialista qué tipo de técnica es la más adecuada para ti. En algunas ocasiones, puede resultar en un efecto rebote, y eso significaría volver a empezar.
El ayuno intermitente nos ayuda a diferenciar entre qué es hambre y qué es gula, enseñándonos a evitar comer más de lo que necesitamos y entrenando a nuestro cuerpo a tirar del almacén de grasa.